La primera vez que escuché hablar de un ataque de pánico debía tener 20 años y estaba empezando tercero de carrera (darte cuenta que han pasado 9 años desde entonces es un maldito #drama). Recuerdo que me pareció interesante porque un % bastante elevado podía sufrir uno o dos a lo largo de su vida.
Con lo único que me quedé es que, para muchos, se parecía a un ataque al corazón e iban a urgencias asustados por el inminente peligro.
Y me prometí recordarlo, por si algún día eso me pasaba a mi saber que no estaba a un paso de la muerte (yo siempre apuntando mentalmente lo que me da la bendita gana)
¿Qué es un ataque de pánico?
Empecemos con la teoría, que es lo más aburrido y así nos lo quitamos rápido de encima.
«Un ataque de pánico es un episodio repentino de miedo intenso que provoca reacciones físicas graves cuando no existe ningún peligro real o causa aparente. Los ataques de pánico pueden provocar mucho miedo. Cuando se presenta un ataque de pánico, puedes sentir que estás perdiendo el control, que estás teniendo un ataque cardíaco o, incluso, que vas a morir.«
Más info aquí.
No es raro sufrir alguno a lo largo de tu vida. El problema viene cuando empiezan a ser recurrentes y vives con miedo a sufrir otro. Entonces pasamos del episodio aislado al trastorno. (Vale, no es tan fácil, debes dar con unos criterios y blabla, pero ya entiendes la idea).
Lo que desencadene ese ataque de pánico varia mucho de unos a otros. Ni todos nos estresamos en la misma medida, ni por los mismos motivos, ni lo que nos produce miedo y en qué intensidad es lo mismo.
¿Cuáles son los síntomas?
Creo que, como en el caso anterior, cada persona tendrá distintos síntomas. Cuál te toque a ti pues… es como una lotería. Suerte en tu cruzada, amigo. (Esto te lo puedes leer en diagonal).
Sensación de peligro o fatalidad inminente/ Miedo a perder el control o a la muerte / Taquicardia y palpitaciones / Sudor / Temblores o sacudidas / Falta de aliento u opresión en la garganta / Escalofríos / Sofocos / Náuseas / Calambres abdominales / Dolor en el pecho/ Dolor de cabeza /Mareos, sensación de desvanecimiento o desmayos /Sensación de entumecimiento u hormigueo /Sentimientos de irrealidad o desconexión
¿Por qué vengo a contarte estas milongas?
Básicamente porque hasta que no sufres uno, no puedes comprender la magnitud del asunto. Y porque nadie habla de ello pero existe. Existe y es una GRAN PUTADA (oh, yo diciendo tacos, nos estamos poniendo serios).
No hablamos de los trastornos mentales porque siguen produciendo un rechazo en los demás. La gente sigue creyendo que solo afectan a los bichos raros. Y oye, NO. Me niego. NADIE tiene la culpa de sufrir cualquier trastorno psicológico, suficiente tienen con tener que vivirlo. Y lo mínimo que podemos hacer es abrir nuestras miras, entenderlo como lo que es y darles el apoyo suficiente para que sientan que aquello que les sucede es algo COMPLETAMENTE NORMAL Y QUE TIENE SOLUCIÓN.
Vale, ok, vuelvo al tema que nos concierne: los ataques de pánico.
Si te soy sincera, siguiendo mi tónica habitual de vivir en mi mundo de yuppy, hasta el cuarto ataque de pánico no fui consciente de que ESO ERA UN ATAQUE DE PÁNICO. (No nos sorprende)
De hecho, me reía de mis tres anteriores ataques haciendo broma que era culpa de mi hipocondría jijijaja. Y sí, lo era, lo es y lo seguirá siendo, pero claro, llegó un punto en que me puse seria en plan: a ver, investiguemos que esto se nos está yendo de las manos.
Un ataque no es nada grave, en realidad, los míos apenas duran unos minutos y siguen un esquema muy sencillo:
Detectar un síntoma raro – Empezar a preocuparme – Preocuparme muchísimo – Creer que será súper grave y me voy a morir – Empezar a agobiarme – Agobiarme mucho – Agobiarme a otro nivel – Sudor frío – Mareo – Vista en negro – Desmayarme.
Lo único grave a nivel físico es que me caigo redonda en el suelo. Y suerte con los golpes y moratones de después.
Supongo que, precisamente por eso, las primeras veces pensaba que era algo fisíco; tensión baja, falta de azúcar, yoquesé. Pero la última vez fue tan rara que detecté que había algo que no era normal, até cabos y… ¡voilà!
El ataque en sí no es nada grave, lo peor es el miedo a que me vuelva a suceder en situaciones que yo no puedo controlar. Sola en medio de alguna parte o haciendo vete tú a saber qué.
Sigo sin saber cómo se controla esto, no te voy a engañar. Las estrategias que me han dado, hasta la fecha, no me han terminado de encajar (seguiremos investigando).
De momento he aprendido a sentarme en el suelo, sacarme prendas de ropa, cerrar los ojos y empezar a respirar.
Por algo se empieza, ¿no?