#DRAMAS

DE HABLAR EN PÚBLICO

ODIO con todo mi ser hablar en público. Me supera.

Mis amigas de la uni pueden dar fe de ello. Era tener una exposición y alguien empezaba a temblar.

Eso si, si había la menor opción de escaquearse, no dudes ni por un segundo, que lo hacía. Costara lo que costara, yo jugaba todas mis cartas para quedarme calladita sonriendo desde un lado de la tarima (esto se me daba estupendamente).
«Yo hago el power point pero no hablo.»
«Yo hago las conclusiones pero no hablo.»
«Yo junto todo el trabajo pero no hablo.»
«Yo lo voy a imprimir pero no hablo.»

LO QUE FUERA NECESARIO.
Si tenía que vender mi alma al diablo, se hacía y punto.

La primera vez que tuve que enfrentarme a hablar en público fue en primero de carrera. Lo pasé tremendamente mal y eso que era de las últimas exposiciones del semestre y literalmente había 15 personas en clase de las 70 que éramos. De estas 15, 7 eran mis amigas y el resto gente que conocía y con quién había hablado un número considerable de veces. Pero da igual, fue una experiencia traumática.

Objetivamente no sucedió nada. Simplemente me quedé en blanco unos segundos, miré el power point y seguí. Pero por dentro se estaba montando un festival del terror.

Mi gran problema es que me pongo tremendamente nerviosa. Dos días antes ya estoy sufriendo por la maldita exposición. El corazón me va a mil, tengo un nudo en el estómago, no puedo comer… traumático.

En mis mejores sueños me imagino quedándome afónica y no pudiendo hablar (eso me pasó una vez en un examen sorpresa de química y me salvó). «Oh qué pena, no puedo exponer mi parte. Podéis mirar el ppoint y listos.» Pero esto no me pasó jamás en los cuatro años de carrera.

Una vez un chico de desmayó justo antes de ponerse a exponer. Me dio pena, pero ojalá me hubiera pasado a mi. Se libró de tener que decir nada.

Exponer, lo que se dice exponer pues.. ni tan mal supongo. Miro al público, intento entonar, grito para que todo el mundo me escuche (mi tono de voz es bajo y encima odio gritar. ¡yuhu!) y tal.

Sin embargo, hablo a la velocidad de la luz (si ya hablo rápido de normal, imagina en este caso).
Losueltotododecarrerillaynadieseenteradenada. Y, para rematar, me salto cosas. Me dejo parte de lo que quiero decir por el camino y cuando 30 segundos después me doy cuenta; too late. Imagina qué #drama.

Es terminar mi parte y quedarme más agusto que un arbusto. Mágicamente, todo desaparece. Por eso precisamente intentaba ser yo la primera; cuánto antes vayas a parir, antes tienes al niño.

En cuatro años fui incapaz de superar mi odio/pánico/fobia/llámalocomoquieras a hablar en público. Supongo que lo llevo algo mejor a estas alturas, pero ya te digo yo que no me vas a ver dando una conferencia ni haciendo nada por el estilo.

Que sí, que a barrer se aprende barriendo, pero oye, zapatero a tus zapatos. Y PUNTO.