Hay días en que me da pereza ir a yoga. Típico día en que estoy un poco vaga y lo último que me apetece es enfundarme unas mallas e ir a hacer el perro boca abajo.
Sin embargo, la mayoría de estos días suelo coger la directa e ir, por mucho que las ganas no acompañen. Básicamente porque sé que, una vez ahí, sentiré que no deseo estar en ningún otro sitio.
Los días en que estoy especialmente acelerada, estresada y nerviosa, son los que tengo más claro que el agua que debo ir pase lo que pase. Es como tomarse un ansiolítico pero sin receta, sin chutes de pastillas y sin los efectos secundarios que te pone el prospecto.
- Al principio, la postura del cadaver o Savasana, era lo que menos me apetecía del mundo. Dicen que es la postura y momento más importante durante la clase y el que era más probable que intentaba saltarme. Especialmente, cuando hago yoga en casa. Después de empezar a meditar, es mi momento favorito. Hay días que incluso deseo con todas mis fuerzas que llegue. Tumbarse y dejar la mente en blanco. Obviamente hay días que no lo consigo del todo pero pasito a pasito. También debo confesar que más de una, dos y tres veces me he quedado semi inconsciente y a un paso de dormirme en la esterilla.
- Teóricamente el perro boca abajo es una postura de descanso. Teóricamente porque al principio piensas «¿postura de descanso? las narices«; es incomodísima y parece una tortura china. Un año y medio más tarde hay días que sigo muriéndome un poco ahí, pero hay otros en que bendito el momento en que llega.
- La mejor postura es la del Niño. Por el amor de dios; eso SÍ que es una postura de descanso y lo demás son tonterías.
- A mi me gusta el yoga dinámico; vinyasa, power yoga o por el estilo. Aguantar posturas no es lo mío y creo que no lo será.
- El yoga, como ya dije, no va de flexibilidad. De hecho, a día de hoy, sigo sin ser capaz de hacer la pinza y tocar cómodamente en el suelo. Para mi, la flexibilidad es algo selectiva; cada uno tiene más flexibilidad de un tipo per se, y puede ir mejorando en las demás. De Isquios (o de pelvis, porque creo que tengo un problema ahí), 0 patatero. Pero en cambio, tengo mucha curbatura en la espalda y mucha apertura de caderas. Hay posturas que para mi son pan comido y otras, muy básicas, que parezco un tronco.
- El abdomen lo es todo. Toda la fuerza debe venir de ahí sino, algo estamos haciendo mal. A día de hoy aún lo estoy investigando, no te creas.
- Jamás hay que olvidarse de respirar. La respiración va de la mano del yoga y, aunque al principio, puede parecer un maldito #drama, poquito a poco vas integrándolo y sí, te das cuenta que la vida yogui te va mucho mejor.
- No hay que hacer nada que duela, por lo cual, cada uno debe llegar dónde pueda. Sin embargo, sí que hay que aceptar y tolerar cierta incomodidad. No todas las posturas van a ser fáciles ni te van a gustar, pero también hay que pasar por ellas para poder ganar fluidez y técnica.
De lo poco que sé, sí que hay algo que tengo claro: Lo mejor que puedes hacer por ti mismo es darle una oportunidad.
¿Qué es lo peor que puede pasar?
Lo mejor, por mucho que te lo cuente, de poco servirá. Hay que descubrirlo por uno mismo.