#OVERTHINKING

DE LOS TRENES QUE DEJAMOS ESCAPAR

Somos, también, los trenes que dejamos escapar.

Esta frase lleva unos días rondando por mi cabeza abrumándome y persiguiéndome.

Sin duda alguna, sí, somos todo esto porque, al fin y al cabo, son las decisiones que nos han definido también. No solo nos define lo que hacemos, por fuerza, lo que no hacemos también debe definirlo.

Y, aunque esta reflexión daría mucho de sí, hay algo que aún llamó más poderosamente mi atención.

En la mayoría de los casos, hablamos de nosotros como seres activos. Nosotros somos las oportunidades que dejamos escapar; todo aquello que hacemos o no hacemos y que condicionan lo que hemos vivido y lo que estamos viviendo en este preciso instante.

Y así debe ser; somos los capitanes de nuestros propios veleros (sacando el mar a colición a la mínima oportunidad, no vaya a ser).
No voy a poner este punto en duda. Es más, considero que esa es la forma acertada de hacer frente a la vida; con la sartén por el mango y no como víctimas.

Pero, en ocasiones, somos seres pasivos. También somos las oportunidades, los trenes, las estaciones… que otros dejaron escapar, que no quisieron coger o dónde no decidieron parar. También somos historias perdidas.
Aquí podríamos empezar a debatir si hicimos suficiente para que no fuera así pero no es esto lo que he venido a contar.

El hecho es que, a veces, las decisiones no las estamos tomando nosotros y todas las historias que pudieron ser, no las hemos declinado nosotros. Otro lo hizo por nosotros. Entonces somos la suma de lo que nosotros no quisimos y de aquello que los otros no quisieron.

Como una red con tantísimos hilos cruzados que ni te planteas intentar encontrar el patrón que siguen.

Y esto vuelve la ecuación mucho más complicada, ¿no?

La típica ecucación que, en clase de mates, nos habría parecido tan enrebesada que habríamos dejado de tomar apuntes. Habríamos arrancado una hoja de la libreta y nos habríamos escrito: ¿Qué vas a ponerte este viernes?