La verdad es que como siempre has decidido por ti misma cómo iban a ser las cosas y cómo debían encajar en tu vida, no has dejado que siguieran su curso. Has querido cambiar el rumbo y te das cuenta que quizá es demasiado tarde. Esa cabeza tuya que siempre te ha mantenido tan fría, ha sufrido un cortocirucuito y ha dejado de emplear los mecanismos de defensa adecuados. No pasa nada, siempre tan eficiente ha buscado otros un tanto distintos con la esperanza que te sirvan .
Ahora nos damos cuenta que las cosas no son cómo querías que fueran porque el mundo no funciona ni por justicia divina, ni por cuentas, ni por las reglas que uno mismo impone. No podemos controlar lo que sucede a nuestro alrededor, solo podemos responsabilizarnos de cómo actuamos al respecto.
Tarde. Todas las lecciones siempren llegan tarde. Crucemos los dedos para poder integrarlas, como mínimo.