#RANDOM

DEL ARTE DE HACER UNA MALETA

Hacer una maleta es un maldito arte. 

Más aún si es una maleta de mano para seis días.

Sobre todo cuando parece que hayas vivido en una época de penurias y sientas la necesidad irrefrenable de llevarte cientos de «por si acaso». Y mira que mi padre me ha dicho miles de veces que si me falta algo lo puedo comprar, pero nada, soy muy catalana agarrada para gastar dinero en tonterías que podría haberme llevado.

Y especialmente cuando eres presumida, cosa mala.

Por si salgo una noche

Por si llueve

Por si se me rompen las deportivas

Por si me inspiro y me da por escribir

Por si me termino el libro que me llevo 

Por si necesito plancharme el pelo

Y así seguiríamos con mil excusas que me invento y que mi mente precavida crea de forma continuada.

Gracias a Dios, con los años, he perfeccionado el arte y he aprendido a prescindir de la gran mayoría de cosas y puedo decir (con mucho orgullo) que soy capaz de hacer una maleta solo con lo necesario (o casi, no se me puede pedir la luna de un día para otro).

Ríete tú de la chiquitina de dieciséis años que se fue a Mallorca una semana y se llevo una maleta gigante (que pesaba lo que no estaba escrito) llena de ropa, zapatos y cosas, de las que usó la mitad.

Debemos admitir que en verano es cien mil veces más fácil que en invierno, porque ya ves tú que pueden ocupar unas cuantas camisetas, vestidos y pantaloncitos talla XS (Ser pequeñaja tiene sus ventajas – signo de la victoria -).

 

Consejos para hacer la maleta más reducida posible si no eres alguien muy pragmático :

 

  • Dos pares de zapatos, uno de ellos, deportivas y si pueden ser viejas y estar medio raídas mejor. Sobre todo si tu plan es hacer turismo. Sé mejor que nadie que unos zapatos con plataforma, súper bonitos y en tendencia quedan genial y blablabla, pero no son lo más adecuado para patearte una ciudad durante horas. Si llueve, agradecerás tenerlas a mano y si, por  un casual, necesitas tirar algo para dejar espacio en la maleta, las deportivas viejas son lo primero a desechar (experiencia propia).  Los otros, sobre todo que sean cómodos. NO te lleves las sandalias de tacón por mucho que quieras salir. Una noche no merece el peso y el espacio que ocupan.
  • Pantalones. Pues depende de la cantidad de días, pero dos es un número correcto. Nadie se va a dedicar a fijarse en que estás repitiendo pantalón. Dos pares de pantalones que combinen con todo y venga, a rodar. (Los tejanos siempre son una GRAN opción).
  • Esto me lleva a la ropa en general. Todo se puede lavar, con lo que, si te vas muchos días, no deseches este plan. Después de muchos fallos, errores y desastres, mi táctica es coger ropa que combine perfectamente entre sí (y si encima combina con el bolso y los demás complementos ya… BINGO). Me fui a Málaga y todo era azul y blanco, con lo que cualquier combinación quedaba bien. Es un tip de preescolar, pero en mi juventud escogía la ropa que más me gustaba sin fijarme mucho en las posibles combinaciones. (ERROR y fotos en que parece que carezca de cualquier sentido estético.)
  • Si viajas en avión, los líquidos, como ya sabemos deben ir en bolsas transparentes y ser de menos de 100mL. Yo era la típica que pasaba de esto hasta que en el aeropuerto de Frankfurt me hicieron ir a comprar bolsas transparentes para todos los líquidos (un hombre un poco enfadado y que me hablaba en inglés como si fuera estúpida: YOU MUST PUT YOUR LIQUIDS  IN A PLASTIC BAG, con unos 3 segundos entre palabra y palabra, vocalizando al máximo). En ese momento aprendí la lección y compré unos neceseres transparentes muy monos para ponerlo todo y listos. Te ahorras las bolsas transparentes tipo albal y contaminas menos.
  • Hay ciertos productos que son imprescindibles para mi y no he conseguido encontrar en tamaño viaje. ¿Solución? Evidentemente comprar los botecitos pequeños que puedes rellenar tu mismo. Muchas veces ya vienen con un neceser transparente de plástico perfecto para las cosas de ducha. Puedes seguir usando todos tus productos favoritos en menos de 100mL.
  • A parte de la ropa y productos de higiene, hay pocas cosas más imprescindibles. Mi maleta suele completarse con; cargador de móvil, un libro (para el aeropuerto, avión y horas muertas), ibuprofenos y antalgín (nunca se sabe y con mi hipocondría crónica menos), batería externa (vivo con pánico de quedarme sin batería para enseñar el boarding pass), un paraguas (lo siento, odio la lluvia y mojarme), unas gafas de sol y una libretita y un bolígrafo.
  • Y sobretodo, intento dejar un espacio en la maleta para todas aquellas cosas que se me ocurra comprar porque necesito tener 70.000 recuerdos de cada lugar nuevo que piso (hay manías que aún no he conseguido superar). SI no me queda mucho espacio, ya sabes lo que toca: ponerse 80 capas para coger el vuelo de vuelta y sentarse encima de la maleta haciendo presión hasta que cierre. Como último recurso tirar todo aquello innecesario como pasta de dientes, cremas hidratantes y demás.

 

Y nada, eso es todo. Me siento tan orgullosa de mi misma y mis nuevas habilidades en el arte de hacer una maleta que necesitaba urgentemente compartir mi experiencia.

Y después de esto, ya sabes lo que toca, ¡A VIAJAR SE HA DICHO!

 

ENJOY YOUR TRIP