Al castellano le falta la palabra muy útil y necesaria para administrar el tiempo y es: vespre. Lo que viene a ser el evening inglés, vaya.
En realidad, como bien aprendí tomando una caña de esas que se alargan de tanto hablar, sí existe.
Anochecer.
La palabra en sí es bonita, pero claro, tiene sus fallos.
Me gusta mucho la palabra vespre. Además de ser fonéticamente harmoniosa, es un espacio temporal con cierta magia. Fascinante. Seductora. Yoquesé. Me gusta.
Pero sobre todo, es útil para saber a qué hora vamos a quedar. Si me dices que quedamos por la tarde sé que será entre las 16 y las 19, pero si me dices vespre ya me organizo para vernos entre las 19 y las 21. El espacio temporal es acotado y nos deja muy claro el horario. En cambio en castellano la tarde tiene más horas que un reloj. De 16 a 21 hay una diferencia de cinco horas en las cuales se pueden hacer muchísimas cosas.
Como bien he dicho, existe anochecer. Pero claro, dile tu a alguien «quedamos al anochecer». Suena un poco turbio. Y hay ocasiones en las que mejor no marear la perdiz.
¡Ah! Y en verano, el vespre es esa hora mágica dónde la luz es increíble y sales mucho más guapo en las fotos. 😉