Soy muy afortunada.
Tanto, que a veces no me lo creo.
¿Cómo es posible? ¿Por qué yo?
Pues no lo sé. No tengo ni idea gracias a qué santo o inspiración divina me ha tocado a mi esta lotería, pero no voy a ser yo quién se queje.
Tengo la gran suerte de estar rodeada de personas que me inspiran de una forma u otra. Que me aportan algo siempre. Ya es eso de: aporta o aparta. Pues tal cual. Creo firmemente que todos tenemos algo que aportar, pero quizás no a todos. Es decir (a veces me explico mal no, lo siguiente), que habrá muchas personas que no son para mi, que ni van a inspirarme ni a aportarme nada que en ese momento necesite. Y no pasa nada. Merecen igual la pena, son igual de buenos. Pero no para mi. Igual que yo tampoco soy adecuada para todos.
Tengo una amiga muy artista que domina casi cualquier tipo de arte. No me sorprendería que un día de estos aparezca tocando el saxo o bailando claqué. Vibra a una frecuencia que el resto de los mortales no llegaremos a alcanzar. Tengo otra que es pura sabiduría, ecléctica, entusiasta, alguien a quién admirar. Se me ha ido muy lejos y eso me apena un buen rato, pero siempre hemos sabido que no se quedaría aquí siempre. Tengo otra que es… sencillamente ES. Es tanto que sé, a ciencia cierta, a pies juntillas y poniéndome yo misma en el fuego, que siempre va a estar a mi lado. Por mucho que la líe parda o pueda decepcionarla de vez en cuando. Y es la persona más leal que conozco. Luego tengo una que da los mejores abrazos del mundo. De esos que te reconstruyen, te reconfortan y te quitan todas las penas. Aunque te viera ayer. Son abrazos que nada tienen que envidiar a esos abrazos en el aeropuerto entre dos amantes después de 2 años sin verse. Seguimos con la clásica amiga que te hace rabiar a muerte con sus comentarios, la que te envía mensajes con las típicas cosas que solo entendéis vosotras y que jamás nadie entenderá. Por distintas que seamos, la esencia es la misma. Y encima, se me casa. Luego tenemos al que te abraza siempre que lloras. El que te ha visto en situaciones tan lamentables que la confianza da asco. El que se traga todas las penas, los #dramas y las historias random que te suceden. Después está el que te tiene todos los contactos del mundo y te salva de tantas que nada de lo que puedas hacer va a equilibrar la balanza. Que es más bueno que el pan y que áun no se ha dado cuenta que es el momento de saltar. Y a la que ves de pascuas a ramos pero seguís como siempre. Entre risas, cerves y, aunque hayan pasado los años, parece que aún estéis en plena carrera. Y siempre hay una curranta. Alguien que lucha por sus sueños y los consigue, o en ello está. La que siempre quiere bailar y salir de fiesta y nadie se le suma al carro. Pero que te hace reír como nadie. La sensata a la que conoces desde los 3 años y a quién tu madre confundía durante los festivales del cole (y que, por ende, tiene más protagonismo que tú en los vídeos de dichos festivales). El amigo que aparece y desaparece como una luz parpadeante porque siempre está vete tu a saber donde. Y el amigo que vuelve, con el que compartes mañanas de playa, cervezas en cualquier terraza o bar, mucha comprensión y una visión parecida de la vida. El que te reconforta, ¿sabes?
Después están aquellos que están lejos. Pero que sabes que si coincides en cualquier lugar, en cualquier momento de tu vida y de la forma que sea, todo será como fue en su momento.
Joder, con este panorama no me atrevo yo a quejarme de nada.