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DE DAR CLASES PARTICULARES

A pesar de que en mi curriculum ponga que me dedico al marketing y que lo mío es el copywriting (por mucho que esté felizmente graduada en psicología), la profesión en la que tengo más experiencia es en la de ser profesora particular.

Digo profesión por decir algo, porque soy consciente que no hay título que lo valide y que para el 99,99% de la población ese es un trabajillo de estudiante que combinas con la uni.
Sí, yo también creía que cuando me dieran el resguardo de mi título colgaría el hábito y diría algo del estilo: ahí os quedáis.
Pero no.
A mis (poco creíbles) veintisiete años, con una profesión completamente distinta sigo dando clases particulares.
Al principio era para ganar algún extra con mi contrato de formación y un sueldo que no llegaba a mileurista. Con los años me he dado cuenta que soy la persona más embaucable de la historia de la humanidad.
Cada junio me digo que se acabó, que ya no doy más de sí, que estoy harta de los niños y que bon voyage.
3 meses más tarde vuelvo a estar sentada armándome de paciencia, explicando vete tu a saber qué y maldiciéndome mientras me pregunto cómo he llegado otra vez al mismo sitio.
Después de diez años de clases, más de 30 alumnos y habiendo llegado a las 16 horas de clases semanales, tengo anécdotas, consejos y reflexiones para dar y vender.

Los clásicos de las clases particulares:

Los huesos duros de roer
Las asignaturas que, por lo general, llevan peor son mates e inglés. Las mates tienen un gran problema; si no entiendes la base, no vas a entender nada. No podemos pretender que se resuelva una ecuación con denominadores y radicales si no saben hacer fracciones. Y año que pasa, año que se complica el asunto. No me vas a aprobar un examen de 4o de ESO sin entender el fundamento, te lo mires como te lo mires.

Y por lo que respecta al inglés… El sistema educativo es pésimo frente a esta asignatura. Se debería reforzar con televisión en inglés desde pequeños y más conversación. En primero de bachillerato siguen sin saber usar el present simple. Si los pillas pequeños aún puedes hacer mil juegos para que lo asimilen, pero llega un punto que diles que vais a jugar y te miran con cara de póquer.

La motivación de los padres
Los deberes. Los padres son unos motivados que a principio de curso te piden que les pongas deberes. Aunque sabes perfectamente lo que va a pasar, le das al niño en cuestión el beneficio de la duda y  lo intentas. Mientras tú le estás diciendo: «voy a ponerte deberes, tráemelos el próximo día» en su cabeza hay un mono tocando los platillos. Tal que así. Jamás te los van a traer hechos. O te lo dirán tal cual o recurriran al clásico: me los he dejado en casa. Mentira, evidentemente.

Evitar, a toda costa, la comunicación
Jamás, repito JAMÁS, les des tu whatsapp si no quieres recibir 20 mensajes al día de cómo hacer tal ejercicio o pidiéndote si les corriges el otro. Son más pesados que los grupos de amigos que no paran de enviar gifs.

El diablo sabe más por viejo que por diablo
Te la van a intentar colar sí o sí. Si les dices copia todo el ejercicio, van a hacer ver que lo hacen pero tú, que les llevas años te ventaja, te vas a dar cuenta que solo han escrito las respuestas. ¿Solución? Quitarles el libro y hacer que te lo lean todo ellos. Quién ríe último, ríe mejor.

El síndrome de diógenes no lo tienen, por lo visto
Tu vas a hacerles apuntes súper monos con colorines y todo muy bien explicado que ellos van a perder en menos que canta un gallo. Al final opté por hacerlos en ordenador y enviárselos por mail. Ahorrábamos tiempo, dinero y contaminábamos menos.

Su respuesta fetiche a cualquier pregunta que no sea: ¿Cómo ha ido el finde?
No sé. Odio el maldito no sé. Es su respuesta favorita para cualquier pregunta. Esa y la de: lo sé pero no sé explicarlo. Un segundo más tarde de que les preguntes y especialmente en las preguntas de reflexión personal.

Mis niños, con el tiempo, aprendieron que me cabreaba sobremanera que lo dijieran. Prefiero que me digan cualquier chorrada, que piensen un poco y lo intenten a que me digan no sé.
Después están los que nunca te preguntan las dudas. Sabes PERFECTAMENTE que no lo han entendido y ellos sin decir ni mu. Entonces para tocar las narices, se lo preguntas y aprovechas para echarle la bronca del siglo.

Problemas con la persona gramatical
Cuando hacen un ejercicio que empieza con: ¿Qué piensas sobre….? / ¿Por qué crees que…? Y te miran esperando a qué respondas tú. Claramente tu profe no quiere mi respuesta y no soy yo quién debe dar su opinión.

Lo mismo cuando deben escribir una redacción en inglés. Su idea de ayuda es: yo te digo en castellano lo que quiero poner y tú me lo traduces. A ver pequeño saltamontes, ¿No te das cuenta que mi nivel de inglés no es de tercero de ESO y que no va a colar?

Esto en mi época no se hacia así / no lo dábamos.
Frases de manual. Ellos te ven como un vejestorio aunque te lleves menos de 10 años, por lo que siempre debes tenerla a mano. Cuando no sepas hacer algo, el no lo dábamos es el mejor recurso. (En ocasiones es totalmente cierto)

A veces hay temas que también se hacen distinto, cambian palabras o que su profesor se lo explica de otra manera. Busca la forma más fácil y ale.
La comprensión lectora. Oh dios mio, las prisas y el querer ir rápido
Leen un texto, el enunciado de un ejercicio o de un problema de mates y no saben responder nada acerca de esto. Si se trata de un texto, lo que les están preguntando no sale y está mal, cuando es un enunciado de un ejercicio te hacen literalmente lo que les da la gana y si es un problema directamente te sueltan que no lo entienden. Hijo de mi vida, lee bien y poco a poco y la vida nos irá mejor.
A todo esto debo decir que el principal problema de los niños es la falta de confianza. Creen que no son capaces, no pueden o se les da mal estudiar. Y no es cierto. Necesitan creer más en sí mismos, sentir que pueden hacerlo por ellos solos.
Las mates son el gran ejemplo. No, no se me dan bien. Y aquí termina su relación con ellas. Encaran cualquier ejercicio frustrados y sin ganas de sacarlo. Sí, probablemente no tienen la base adecuada, pero una vez van pillando las cosas, son más que capaces de ir resolviendo lo que les pongas por delante.
Quizás (bueno, sin el quizás), deberíamos replantearnos el sistema educativo que  tenemos y el tipo de educación que les estamos dando a las futuras generaciones. Y eso sin entrar en la parte de la educación emocional y los valores que da como para 800 artículos más.
Dicho esto, puedo decir que sigo con mis clases y viendo como me van creciendo los niños. Un día te llegan con 10 años y al siguiente ya están a punto de cumplir los 16.