Antes de empezar a enfurruñarse o enfadarse por el contenido presente en este blog, recuerde que está escrito en clave de humor e ironia. Leerlo no causa daños a su salud mental pero si no le gusta lo que lee, puede dejar de hacerlo en cualquier momento.
Si soy una persona de favoritos también debo serlo de no favoritos. Básicamente los no favoritos son cosas que, por norma general, no me ilusionan, emocionan ni me hacen especial gracia. (Vamos, que me gustan lo mismo que estar 3 horas haciendo sentadillas).
Si lo que te gusta te define, lo que no te gusta, es lo que jamás te definirá, ¿no?
La lechuga. Con toda mi alma, con todo mi ser, desde que era una enana, me quedaba a comer en el cole, no podía con ella y la dejaba en el plato (siempre ingeniándomelas para que no se notara que solo la había removido un poco). Que conste en acta que, de mayor, lo he vuelto a intentar. Pero nada, que no hay manera, me da asco y ganas de devolver.
Los miércoles. Si fuera un día de la semana, jamás sería un miércoles. Los lunes son unos aficionados ante un miércoles del terror. Están ahí en medio, sin pena ni gloria, molestando y encima, nunca sabes por qué la gente tiene la manía de tocarte un poco más las narices, darte más trabajo o comunicarte malas noticias un miércoles.
La lluvia. El frío. Imagina el #drama que es un miércoles de enero lluvioso. Típico día de: no quiero salir ahí fuera, me bajo de la vida por 24h. Dediqué un post entero al frío, no es necesario que añada nada más señoría.
Los chicos con bufanda. No. Lo siento. No me gusta y punto. No hay explicación razonable y coherente, simplemente es así (aunque estoy segura que soy plenamente capaz de encontrar una, me dedicaré a ello).
Las botas fuera de temporada (oséase entre abril y septiembre, ambos incluídos). Me entran sofocos solo de verlo y pensar en cómo deben estar sufriendo tus pies. Incluimos en este apartado las botas hasta medio muslo. Mido 1,55, parecería el gato con botas.
Pasarse muchos días sin ver el mar. No puedo vivir sin él. Y si algún día encuentro algo parecido a un chico decente con el que aguantarnos mútuamente, o incluye el mar en la ecuación y pasa a ser una relación de tres o que vaya haciendo las maletas. En un pulso entre el mar y él, no es necesario que diga quién saldría perdiendo.
Los croissants, ensaimadas, napolitanas y derivados. Nunca he sido muy de dulces, pasteles o bollerías. Me empalaga, me aburre y me parece que, existiendo otras mil cosas riquiñas, para qué voy a malgastar una comida ingiriendo eso.
Los gintonics. Hubo una época en que causaban furor. Eras moderno, guay y un poco postureo, si lo tuyo era tomártelos con mucha floritura, pagando mínimo 15€ por ellos y bebiéndotelo a sorbitos. Pues yo ni en ese apogeo era capaz de beberme uno. Me parecen amargos y que beber para sufrir, mejor me pones una cerve bien fresquita, y yo tan feliz.
Las chanclas de riu (y vivir con miedo que alguien se presente a una cita de esta guisa). Tengo una obsesión casi enfermiza con el calzado. Siempre, repito, SIEMPRE, analizo el calzado de cualquier persona con la que me cruce. Hay quien se fija en las manos, otros en los ojos, pues yo en lo que se lleva en los pies. Hay zapatillas feas y de mal gusto y las chanclas de riu son un claro ejemplo. Lo siento, tú, las chanclas de riu y yo, no. Una vez obligué a una amiga a quitárselas porque pretendía ir a tomar algo con ellas en Alemanía. Le dije que, después de un workcamp, el atuendo que me llevaba lo podía pasar, pero con eso en los pies no nos íbamos a ninguna parte. Creo que no hace falta añadir nada más.
Las faltas de ortografía. Soy una pequeña dictadora con la gramática y la ortografía. Incluso pongo acentos en WhatsApp. Debo confesar que tengo un ojo más clínico en catalán porque soy consciente que en castellano suelto más #dramas ortográficos. Pero igualmente, no puede ser que a estas alturas de la vida me escribas AHÚN con H. Adiós sexappeal con este panorama.
Los emoticonos. Esta batalla me la han ganado. Yo era ANTI emoticonos. Los aborrecía prácticamente todos y me parecían una auténtica cutrez. He acabado cediendo a la presión social y usándolos pero hay iconos cutres que sigo sin tolerar. Una vez dejo de gustarme un chico por usar el emoticono :$ y el 😛 en messenger. A mi me escribes bien como una persona adulta.
Las películas de miedo. Soy una persona miedica por naturaleza. Me pones una película de miedo y no duermo en una semana pensando que alguien me va a venir a matar por la noche. Soy un blanco demasiado fácil. Solo he visto el exorcista y obligada (después de mucho quejarme y suplicar por no hacerlo). De hecho, menudo drama. Todo el mundo se quedó dormido y fui la única que se tragó la película. ¡Manda narices!
Y hasta aquí la primera entrega. Aunque por escrito parezca una pequeña dictadora, debo confesar que suelo ser muy tolerante en la vida real.
Pero mi blog, mis normas y mis pensamientos conscientes, subconscientes e inconscientes.