#DRAMAS

DE LAS MUELAS DEL JUICIO

Hoy vamos a hablar de uno de los peores #dramas en lo que llevamos de 2019 ( y ojalá sea el último) llamado: LAS MALDITAS MUELAS DEL JUICIO.

Debo confesar que llevo años evitando el momento y haciendo ver que esto no va conmigo. Creo que fue allá en 2014 cuando me plantearon (por primera vez) que quizás debería ir pensando en quitármelas. Sin embargo, hice oídos sordos (en realidad, me cuesta la mitad hacerlo que a cualquier persona por eso de solo tener un oído operativo) y seguí con mi vida como si nada.

Todo habría seguido igual si no hubiera aparecido, sin previo aviso y así de repente, un quiste alrededor de la maldita muela del juicio. Y como soy una hipocondríaca prefiero cortar por lo sano, y cuanto antes mejor, pillé la primera hora que pude para decirle adiós a la muela y despedirnos para siempre jamás.

Yo iba muy feliz y tranquila. Demasiado (pringada de mi). Ya me han quitado alguna muela (no del juicio) y era un poco engorroso, pero nada del otro mundo. Un par de días sangrando y comiendo frío y venga.
#MOTIVADA.

Llegué un lunes (como me gustan, pues nada, empecemos la semana fuertes), después de media hora esperando, me sientan en el diván de los pacientes y aparece el cirujano con su ayudante de prácticas. El chico me empieza a poner anestesía (ochenta pinchazos, no vaya a ser) y cuando parece que ya podemos empezar va el tío y me dice: Ahora en el otro lado.

¿En el otro lado? ¿Pero qué me estás contando? Estás flipando. Total, que se lo dije tal cual. ¿En los dos? No, no. Una muela solo. Solo una.
Bueno, tal cuál no porque ya no podía articular palabra. Se lo dije mediante gestos pero mi cara de pánico le ayudó a pillar el mensaje.
A estas, llega el doctor y me dice que venga va, que sacamos las dos, que son facilitas y así ya lo tenemos. Cualquiera le decía que no. Pues venga tú, 2×1, que están de oferta.

Las muelas me las sacó el chico de prácticas mientras yo rezaba para que todo fuera bien. Una vez hemos terminado, con aparente éxito, mi amigo se dispone a ponerme los puntos. Todo frío, no hagas gargaras hoy, no escupas, muerde la gasa durante 20 minutos, ibuprofenos y a casa. A todo esto yo asentía porque no sé si pretendía que le respondiera con toda la boca dormida.

Llegué a casa, tal como llegué me tumbé en la cama y me dispuse a no hacer nada en lo que quedaba de lunes. Todo bien.
Hasta que la anestesía se fue y empecé a sentir un dolor terrible. Ibuprofeno.
Dos hora más tarde, el dolor seguía ahí. Jodiéndome la vida.
Ante mi frustración y desesperación, llamé al dentista llorando y me recetó unas pastillas (muy fuertes en su opinión y que me iban a dar mucho sueño). ¿Dónde está el problema?

Mandé a mis benditos padres a comprarlas y después de tomarme dos iogures, engullí mi pastilla y me metí en la cama.

A media noche me desperté del dolor. Y yo, más lista que nadie, me enchufé otra pastilla junto con un ibuprofeno.
Al día siguiente, literalmente, no podía levantarme de la cama. Me sentía como drogada, muy mareada y tremendamente cansada. Me levanté un segundo y empecé a notar que eso terminaba en un desmayo. Total, martes sin salir de la cama.

Llegamos al miércoles y oh, ¿quién se levanta a media noche con muhcísimo dolor? Venga pastillas y eso no se iba.
Al dentista de nuevo. Salí de ahí con antibióticos, protectores de estómago y un gel.

Jueves igual, viernes igual, sábado parece que mejoramos, domingo sep sep y lunes volvemos a tener un dolor fuera de serie.
Dicen que el sangrado dura unos dos-tres días. A mi me duró 7.
Vamos a tener en cuenta que en este punto llevaba una semana a base de iogures, gazpacho y zumos. #HastaLasNarices
A todo esto, ya el viernes decidí unilateralmente que el lunes iba a hacer acto de presencia en el dentista porque ese dolor no era normal. (Evidentemente me pasé la semana chequeando google para saber si mis síntomas eran normales y qué pasaba si la cosa no iba bien).

El lunes, harta del dolor y sabiendo que no era normal, empecé a motivarme pensando que el dolor era porque debía tener una caries (justo en la muela de al lado) que había tocado el nervio y que, una vez me hicieran una endodoncia, se acababa el dolor. (Sí, me inventé una caries para justificar ese dolor durante una semana entera cuando GOOGLE decía que se iba en 3 días)
Llegué al dentista ULTRAMOTIVADA. Me siento en el diván, le cuento mi teoría y me dice que es poco probable que eso haya pasado en una semana.
Por supuesto, le obligué a hacerme una radiografía y oh, ella tenía razón.

Me explicó que la culpa era de los puntos, que me los habían enganchado de tal forma que la encía había quedado replegada y que, en principio, una vez fuera debía dejar de dolerme. #PRINGADA

Bueno, 4 días más tarde, de repente, se fue el dolor. Debo confesar que me pasé una semana y media maldeciendo al chico de prácticas cada 2 minutos aproximadamente. (Lo siento, necestitaba culpar a alguien de mis desgracias)

Y como (vuelvo a repetir) soy una pringada, justo el día después que se fuera el dolor, me pilla un trancazo de los buenos. Total, casi tres semanas en el pozo, médicamente hablando claro.