#OVERTHINKING

DE VALIENTES Y COBARDES

Las personas se merecen que todos afrontemos la realidad y seamos sinceros. Porque, a veces, eso es lo único y último que podemos ofrecer y, al menos, les debemos eso.

No es justo que deban ir buscando ellos nuestra verdad y que tengan que venir a ponernos contra las cuerdas para que nos dignemos a confesar.
¿Qué dice eso de nosotros? ¿Qué dice eso de ti? ¿y de mi?

Iba a empezar a escribir este artículo dándole toda culpa y responsabilidad a una hipotética segunda persona del singular, que en mi cabeza tiene nombre, apellidos y un retrato robot claro y preciso.
De hecho, tiene muchos nombres, apellidos y caras.
Pero este no es el tema. El tema es que si hay que ser justos, yo también debo aplicarme el cuento. Es muy fácil tachar las conductas que no nos gustan en los demás, pero no es tan sencillo reconocer lo que uno mismo hace mal.

Y en eso de no afrontar las cosas, yo he sido e imagino que sigo siendo una experta. Y conociendo las razones que me llevan a actuar así, soy consciente que no puedo culpar a los demás como si nada.

No queremos hacer daño, no queremos herir a otra persona y la vía del silencio y la distancia es más indolora y nos ahorra incomodidad. Una conversación peliaguda menos.

Pero no nos damos cuenta que la otra persona se merece esa conversación y que, para ella, es importante dejar de esperar una señal, una respuesta y poder cerrar nuestro capítulo. Que uno lo cierre no significa que el otro, telepáticamente, también lo haga.

Entonces, coge el maldito teléfono y queda con esa persona. Ten las narices de decirle la verdad. Pero la verdad, de verdad. No una excusa tonta que te inventas sobre la marcha. Nada de palabras vagas que no dicen nada. Nada de discursillos confusos del tres al cuarto que ni tú mismo comprendes.

No te quedes sentado esperando a que esa persona, harta, venga a decirte un: oye, ¿qué está pasando?

Suéltalo.

«He conocido a otra persona«
«Sigo pensando en mi ex«
Pon la excusa que quieras.

Pero también puedes contarle el motivo real: Es que no me has gustado lo suficiente para hacer esa inversión de tiempo y espacio.

Porque esa es siempre la verdad, ¿no?

Pues eso. Seamos menos cobardes.
Dilo.

Aunque sea por un maldito mensaje de WhatsApp.

Eso sí. Hazlo con tacto. En el momento en que lo tienes claro. Gestiónalo bien.

Porque aunque tú no quieras, esa persona se lo merece y, tú se lo debes.