Se empieza a hacer cuesta arriba esto del confinamiento. Y solo estamos a día 5. No quiero ni pensar cómo estaré el día 15 y ni hablar si lo alargamos a un mes entero.
Lo que más me indigna es la gente poco solidaria del supermercado.
No solo tienes que hacer una cola de mil demonios manteniendo la distancia reglamentaria sino que, cuando entras, olvídate de encontrar la mitad de lo que quieres porque está arrasado.
Entiendo que no tienen tiempo de reponerlo todo.
Comprendo que, EN TEORÍA, la gente compra para unos cuantos días para no tener que ir de excursión al supermercado cada 2×3 (y eso que, cuando no estábamos en cuarentena yo iba al super prácticamente a diario)
Sí, sí, todo esto lo sé.
Sin embargo, esto de estar esperando para comprar, te permite chequear qué se lleva la gente y ya, antes de entrar me empiezo a tirar de los pelos imaginariamente (con mi pelo NUNCA, repito, NUNCA se juega).
Personas con carros y bolsas llenas a rebentar y con paquetes de papel higiénico para un regimiento. Ayer vi a un hombre salir con un paquete de 12 y otro de 36. ¿Cuánta gente vive en esa casa para gastar 48 rollos de papel? ¡48! ¿Se lo comen? Será que con tanto challenge y tanto meme se les termina el papel, si no, no me entra en la cabeza.
Otra cosa que me fastidía sobremanera es la gente insolidaria que sigue saliendo a la calle 80 veces al día. Oye, déjalo ya. Yo llevo 5 malditos días en que solo he salido una maldita vez. UNA. Y me subo por las paredes, obviamente.
No obstante, si me dicen que me tengo que quedar en casa lo hago. Lo último que quiero es que, por cuatro inútiles, el confinamiento de las narices se alargue lo que no está escrito.
Después del confinamiento necesitaré una baja por trastorno de ansiedad. Eso sí, la prescripción médica será pasarse el día en la calle.