#DRAMAS

DE LA HIPERCOMUNICACIÓN

Día 11 de confinamiento y debo decir algo:

Yo aún no he tenido tiempo de aburrirme.

Es más, aún tengo muchas cosas pendientes que me gustaría hacer antes de que termine esta cuarentena.
Ya llegará el día en que no sepa que más hacer entre las cuatro paredes de este piso pero, de momento, me va bastante bien.

Dicen que no es necesario ser ultra productivo, pero mi productividad normal, ya me funciona. Sigo mis horarios y voy haciendo y deshaciendo a mi antojo y oye, ni tan mal.

Lo que llevo mal es no salir de aquí y no poder pisar la calle. El tema de estar sola sin ver a nadie, pues, es una putada y ojalá pudiera ver y estar con mis amigos y familia pero, para mi, aún es tolerable. Supongo que porque no me importa pasar tiempo sola, soy más bien introvertida con lo cual, no necesito estar en constante contacto con los demás seres vivos. Me gusta y lo disfruto como una enana pero soy capaz de aguntar un mes sin hacerlo.

Peor sería vivir este confinamiento con mucha gente. Aquí sí que tendríamos un problema real.

Por eso hoy, he decidido apagar el móvil. Por un lado, porque me he dado cuenta que me estoy pasando el maldito día enganchada a éste. Ya trabajo en redes sociales, pero ahora mis horaras de hiperconectividad están aumentando que dan miedo. Gracioso cuando realmente no tengo apenas trabajo. Pero es que además, no puedo más con tanta comunicación.

La gente vive obsesionada con hacer skypes y yo no necesito hacer 80 skypes al día, ni llamare para desayunar, hacer el vermut, comer, merendar y cenar. ¡Por el amor de dios! Lo hago sola muchos días de mi vida y me va suficientemente bien, gracias.

Obviamente no soy asocial y quiero hablar y saber cómo está la gente pero no cada día con todo el mundo. ¿Podemos calmarnos?
Que esté en mi casa confinada no significa que esté disponible las 24h del día, dejadme vivir, hacer mis cosas y disfrutar de mi tiempo también.

Parece que estando en casa no hay excusa para no responder una llamada pero SÍ LA HAY: no me apetece hablar más y volver a escuchar cómo ha sido tu excursión al súper o que te estás aburriendo. Ya me lo contaste ayer y me lo volverás a contar mañana. O me envías un WhatsApp y ya te contestaré cuando me de la real gana.
Si total, ¡no hay novedades qué contarse!

Entre a y b, hay algo que sí estoy aprendiendo. A llevar una vida más pausada y poner atención plena a lo que estoy haciendo.
Cocinar sin prisa, lavarme los dientes a paso de tortuga, tomarme mi tiempo para hacer deporte, meditar durante un buen rato… si total, no tengo nada más que hacer. Y oye, que así da gusto hacer las cosas.

Con lo cual, si me llamas probablemente esté haciendo cualquier otra cosa. ¿Verdad que no te presentas en mi casa así sin más a bote pronto? Pues tampoco me hagas una vídeocall sin avisarme cada maldito día.

Gracias.